Así era y así pensaba... Vladimir "Zeev" Jabotinsky.

Autor: JAIME GORENSTEIN

El 29 de Tamuz -3 de agosto de 1940- mientras visitaba la majane del Betar en las afueras de Nueva York, desaparece físicamente Vladimir Zeev Jabotinsky, el último gran profeta político del pueblo judío... maestro de juventudes, promotor indiscutido del estado de alerta y de perpetua vigilancia que el destino ha señalado a Israel... impulsor como nadie del orgullo nacional, sionista y patriota.

He aquí un diálogo de amanecida que sirve para conocer y recordar el espíritu y temperamento del hombre que marcó con su presencia el sionismo ruso y se convirtió en líder de líderes tanto en los albores del sionismo mismo, como en la realidad actual del moderno Estado de Israel.

Ejemplo y paradigma, luchador y vigía sin tregua. Visionario de excepción... sus ideas dirigen y seguirán dirigiendo -mientras algún peligro aceche la seguridad de Eretz Israel- los sentimientos y la voluntad de voto de por lo menos el cincuenta por ciento de la población israelí. Querido y odiado; venerado y temido... presente ayer y presente hoy. Sus miles de discípulos en todo el mundo -en este 77º aniversario- con la cabeza bien erguida y con voz segura dirán ¡PRESENTE! Querido y Eterno Rosh, contigo ¡PRESENTE! y como siempre ¡TEL JAI!

¿En que consiste la teoría social de Jabotinsky? 

En una sola frase se puede definir el pensamiento social del Rosh Betar:

«Aun esclavo y desposeído, has nacido hijo de rey».

Y en cuanto al judío:

«El hebreo, aun en la miseria, es príncipe».

Anhelaba que la vida de una sociedad se basase en los principios de la justicia social, la libertad individual con relaciones de Hadar entre los hombres. Creía con firmeza que todos los hombres han nacido iguales; «a imagen de Dios fue creado el hombre...» -y en el reconocimiento de la objetividad de esta premisa, sin la menor duda... depende la esperanza evolutiva del ser social hacia un mundo mejor.

Cuando alguna vez se le solicitó que en muy pocas palabras definiera cual era la diferencia de sus teorías sociales y la de los socialistas, respondió:

«Yo aspiro a elevar tanto al hijo del zapatero como al mío, al nivel de 'príncipe', y ellos (los socialistas) ambicionan rebajar al príncipe y a mi hijo al nivel del zapatero».

¿Era Jabotinsky individualista? 

Sí.

En su autobiografía Sippur Yamay confiesa que desde su adolescencia se le hizo carne la idea del individualismo, cuyos matices socio-filosóficos definía así:

«Al principio Dios creó al individuo; todo ser humano es un rey, igual a su semejante; inclusive el malo es soberano. Es preferible que peque el hombre contra la nación, antes que lo haga la sociedad contra el individuo. La sociedad fue creada para asegurar el bienestar de sus integrantes, no para lo contrario. En el futuro, la visión de la era mesiánica será el paraíso del individuo, el juego de la lucha entre las fuerzas humanas sin límites; la “sociedad” tendrá como único cometido ayudar al caído, consolarlo, levantarlo y posibilitarle la vuelta al combate».

Individualista y rebelde 

Sin duda, a su regreso de Roma a Odesa en 1901, provoca durante una disertación en el Círculo Artístico Literario, lugar de reunión preferido por la intelectualidad de esa ciudad un tumulto de gran envergadura, cuando enfrentó sus ideas «al espíritu socialista» que allí persistía; en especial, al confrontar las ideas sobre el individualismo.

Decía él: «El único ideal por el que vale la pena luchar es el que asegure al individuo felicidad y libertad completa para que pueda desarrollar su personalidad.

No tiene consistencia el sentido de aquellos que acentúan -como cosa natural y aceptada- la sociedad, “las masas”, por sobre y a pesar de todo.

Progreso significa liberación del individuo de las rejas de la masa. El colectivismo, que lleva a la igualdad mecánica, que impulsa al avasallamiento de la personalidad a generalidades y formas de vida unificadas, no representa sino una nueva forma de esclavitud del estilo más reaccionario y despreciable. Bakunin acertó cuando le expuso a Marx, en 1864, que si el proletariado hubiera logrado concretar la realización de una “nueva sociedad” de acuerdo con sus escritos, sería ésta tan tiránica y negativa como los peores regímenes de esa época.

Ni el hormiguero ni la colmena, símbolos de sociedades organizadas a la perfección, pueden servir de ideal a la Humanidad».

No bien terminó de hablar y se armó la bronca; silbidos, murmullos, pataleos y gritos colmaban el recinto. ¡Que se vaya! ¡Reaccionario! ¡Anarquista! ¡Burgués! ¡Desvergonzado! ¡Espía!

Y en ese ambiente francamente intimidante, Jabotinsky logra hacerse escuchar con esta respuesta magistral:

«No responderé a los insultos personales, pero fui acusado de poseer tendencias anarquistas. Es cierto que valoro en gran manera a Proudhon, Bakunin, Kropotkin y Reclus, a quienes ustedes jamás han leído, pero no lo soy, porque además reconozco la necesidad de ciertos derechos del Estado. La diferencia entre ustedes y yo estriba en que según mi concepción, el Estado es un cetro al que hay que derrotar por sobre todo. Ustedes creen en la lucha de clases como el único medio a fin de lograr la sociedad sin clases; ustedes admiran y santifican en sus brillantes reuniones al proletariado -y yo les digo- en la sociedad en que éste gobierne estarán al borde del mayor peligro los derechos del individuo».

¡Qué bravo! ¿Así era? 

Y más todavía... Era enemigo incondicional de todo dogma congelado. Un iconoclasta convicto y confeso, no aceptaba ninguna fórmula de esas llamadas “sacrosantas”. Detestaba la parálisis del parametraje y la repetición dogmática... Cuando algo se debería hacer, había que hacerlo, no importaba lo duro, difícil o comprometido que sea el intento;  decía él: "No te pares ante mi tumba... camina sobre ella".

Cuentan que una vez una muchacha de singular belleza e inocencia le preguntó si era marxista. Jabotinsky le respondió en Schafloch, su poema a la libertad y al mundo libre:

«En mi niñez siempre acostumbraba entre los grandes reñir. 

Mi espíritu fue de naturaleza rebelde contra bridas y vallas. 

Entonces con unción rezaba al dios llamado Libertad; ¡Muéstrame el Decálogo Santo 

donde grabaste Emancipación! 

Y muéstrame sobre la Piedra 

una ley corta, un principio grande; 

“el Hombre para todo es libre 

hasta para el hombre indigente”. 

Solamente los cobardes, miserables y tontos 

Adoran a ídolos de andrajos recubiertos. 

Bien alto por encima de la otra gente planean los que sin ataduras viven. 

¡Esos son Hombres! Los amplios horizontes 

ante sus ojos de águila se extienden; 

las maravillas todas del universo 

y el mundo de Dios son su premio». 

Para Jabotinsky la conciencia social del Estado debía regirse y limitarse a asegurar las "Cinco Menim": Mazón (Alimento), Maón (Vivienda), Malbosh (vestimenta) Moré (Educación) y Marpé (Salud). Las Cinco Menim son las necesidades básicas que todo individuo debe tener garantizadas para poder desarrollarse en plenitud. El ideal del "Jubileo cada 50 años" para regular préstamos y propiedad estaba en la mente de Jabotinsky con el objeto de eliminar grandes diferencias económicas entre la población. Era la Torá funcionando libremente en la mente de un creador...

¿Dicen que era muy estricto con la disciplina?.

Si... Estaba convencido que en las circunstancias que le estaba tocando vivir al pueblo judío, la disciplina era imprescindible y el Betar su escuela. Una vez dijo: " Cuando escuchamos a un coro y una orquesta, obedeciendo cien participantes con exactitud a un director, creando en nosotros una impresión de unidad absoluta, ello es señal de que cada uno de los integrantes dedicó sus mayores esfuerzos para llegar a ese resultado. El director no ejerce compulsión (no obliga) y ese logro es obra de cada uno de los participantes, que en cuerpo y alma aspiran a esa unidad. Una "orquesta", así queremos hacer de toda la nación judía y el primer paso hacia ello se denomina Betar". Era la comprensión que sobre la disciplina tenía Mazzini y Garibaldi en contraposición a la de Mussolini.  

Nombraba bastante a Dios ¿Era religioso?

No, no lo era. Sin embargo gran parte de su concepción política la extrae de la Torá, por esa razón los religiosos sionistas adhieren mayoritariamente sus postulados. Es en la descripción de la cuarta especie de Sucot dónde surge el principio de Hadar que él convertirá en condición psicológica que sus discipulos deberán adherir. Hadar es excelencia, hidalguia, caballerosidad, urbanidad, creación y crecimiento, florecimiento... "todo el año" como dice la Torá.
Mientras Ajad Haam reclamaba que previa a la aliá se debería preparar a los inmigrantes formándolos para la nueva vida en el naciente Estado mediante su tesis de Judaísmo Cultural; Jabotinsky consideraba que con Hadar era suficiente y mejor para las necesidades de una aliá masiva. Decía Rosh Betar... "Un betarí con Hadar es un hombre o una mujer madura y balanceada que sabe señalar con el dedo acusador a otra persona para decir con contundencia "eres un antisemita" o eres "un ignorante". De la misma manera, sabe explicarle a otro individuo de buena fe sobre los temas que atañen al pueblo judío".  Un judío seguro de lo que sabía era el ciudadano que necesitaría el Estado de Israel. En la misma tónica si bien no tenía ninguna objeción para la aliá de religiosos, les recomendaba sin rubor: ”Vengan son bienvenidos, pero afeitados y sin peyes”.
Pero lo que más irrita a los que se gastan en hacer creer que Jabotinsky era religioso es su declaración de 1935, cinco años antes de su fallecimiento: “Que mis restos  hayan sido cremados o enterrados, sean trasladados a Israel solo por instrucción del gobierno judío que será establecido”.

¡Así era y así pensaba … Vladimir “Zeev” Jabotinsky!

Bibliografía:

- La Vida de Jabotinsky de Joseph Schechetman.
- El Libro Azul de los Betarím.

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