Estado de Israel, de la inteligencia al mito de la omnipotencia (I y II))
Autor: BRYAN ACUÑA
De: Aurora
Uno de los temas más recurrentes en mis análisis son las relaciones de poder, junto con la funcionalidad de las agendas comunes entre Estados. El poder, al tratarse de una acción constante, se convierte lo que podríamos catalogar como “la fuerza” que cubre todos los principios de las Relaciones Internacionales.
En base a lo anterior, Joseph Nye, que es uno de los teóricos que más enfatiza en este principio, ha categorizado el poder en tres ejes principales de su ejecución: el poder suave, el duro y el inteligente. Además, ha expuesto uno relativamente nuevo que aún sigue desarrollando sus bases fundamentales con más profundidad: el poder punzante.
Cuando se habla del Estado de Israel, hay inmediatamente una serie de posiciones entre quienes le apoyan y quienes se convierten en sus más acérrimos detractores. Los que le odian generan una lista de razones por las que le buscan restar su legitimidad, desde el reclamo a una supuesta invasión de tierras, escracharles el “sentirse pueblo elegido”, pasando por una crítica a sus relaciones con las poblaciones palestinas y quienes utilizan frases panfletarias sacadas de textos con alto contenido antisemita, muy racista, hasta sentirse dueños de poseer un “judeómetro” con el cual pueden decidir quiénes aprueban o no para ser considerados “verdaderos judíos”. Una completa desfachatez.
Por su parte, quienes lo apoyan también tienen sus principios fundamentados desde un amor verdadero por un tema histórico – religioso, pasando por un elemento escatológico de los últimos días, un apoyo político por tratarse de una sociedad occidental en medio de un mundo ajeno tanto en principios sociales como religiosos, hasta quienes admiran al Estado de Israel sin ser judíos o “sionistas” por todo el empuje de haberse desarrollado como potencia periférica en su región en las siete décadas de haberse establecido como estado, esto último desde una perspectiva materialista.
En ambos casos hay una parte de ficción por lo cual se odia o se apoya, y hay una parte realista con argumentos fuertes y algunos muy laxos, pero siempre habrá quien opine sobre el Estado de Israel. No pasa de este modo con otros Estados de la zona sobre quienes no hay muchas posiciones, salvo de aquellos que están pendientes de lo que ocurre constantemente en esta convulsa zona del planeta, y probablemente quienes lo hacen, tendrán un sesgo propio de las pasiones que la región por sí misma ocasiona entre diferentes analistas.
Regresando al punto inicial sobre las relaciones de poder, Israel podría ser un reconocido actor del poder inteligente; el cual se equilibra entre actos beligerantes y el uso de la diplomacia o los actos no violentos contra sus opositores. Es todo un ejemplo de la disuasión, ante lo cual no se puede poner como ejemplo solo la situación con los grupos radicales palestinos, que de todas maneras rompe el molde al tratarse de enfrentamientos de desgaste o guerras de bajo nivel.
El uso de una fuerza de inteligencia internacional como el MOSSAD, que ante el ideario de propios y extraños, es una de las agencias con presencia técnicamente en todos los lugares del mundo (una leyenda muy interesante), al punto que hay quienes ven al Instituto de Inteligencia espiando a través de todo tipo de aparatos electrónicos. Algunos serían capaces de decir que hasta de la licuadora de la casa o el carro a control remoto de un niño, todo esto porque el poder de la historia fabricada supera en ocasiones la realidad sobre el terreno. Actividades de sabotaje y muerte de líderes de agrupaciones islamistas han sido endosadas a esta oficina, incluso hay quienes creen que MOSSAD recluta animales “sionistas”.
Otro elemento disuasorio es la posesión (o no) de armamento nuclear por parte de Israel. El Estado judío es de los países que no ha firmado (ni ratificado) el Tratado de No Proliferación de Armas nucleares, cada año se hace un “estudio” sobre la cantidad de ojivas nucleares que este país podría tener y son capaces de comprar submarinos alemanes con esta capacidad. Hasta el momento no las ha utilizado contra ningún país, ni ha amenazado explícitamente con hacerlo, pero es seguro que no habrá Estado en la zona que sea capaz de jugarse la oportunidad de averiguar si efectivamente cuentan con el potencial, así que la disuasión ha sido funcional para la reacción que se quiere obtener.
En un próximo artículo desarrollaré un par de aspectos más del uso del poder inteligente por parte de Israel, desde las IDF, hasta el uso de lobbies políticos y la diplomacia, aunque de nuevo entre el mito y la realidad hay ocasiones en que todo no está del lado israelí, especialmente ante una lapidaria opinión pública y prensa internacional.
En el artículo anterior desarrollaba desde la perspectiva del poder inteligente, el poderío que el Estado de Israel ejerce a nivel global. Quizás no hay individuo -al menos en Occidente- que no tenga algo que mencionar sobre Israel, ya sea positiva o negativamente, su poder disuasorio es reconocido a nivel internacional por diversos elementos que fortalecen la fuerza de la realidad a través de mitos en ocasiones con participación divina.
Otro de los cuerpos disuasorios del Estado judío es su ejército, las Fuerzas de Defensa de Israel (IDF o Tzahal), que algunos catalogan como uno de las fuerzas armadas más poderosas del mundo. Quizás este ideario nace de las victorias israelíes en sus guerras regionales contra estados árabes (1948, 1967 y 1973), desde hace varios años este país no enfrenta una guerra total contra ningún otro estado, aunque de forma persuasiva ha realizado acciones militares que sorprenderían a cualquier fuerza armada en el mundo.
La operación Entebbe en 1976, el ataque a la planta nuclear iraquí en la década de los 80s (coordinado con la República Islámica de Irán), acciones contra objetivos iraníes y contra el ejército sirio en la guerra que libran desde el 2011 o golpes militares contra organizaciones terroristas con un alto grado de inteligencia.
Si bien el estado de Israel no es grande en proporciones territoriales, ni tampoco tiene un ejército numeroso en cuanto a cantidad de efectivos y equipo, sí se le endosa una efectividad como a pocos cuerpos de defensa formales en el mundo. Ciertamente que en términos numéricos hay otras fuerzas armadas en la región que poseen mayor cantidad de recursos, pero en la práctica, se escucha en todas las filas militares lo estratégicas que son las fuerzas israelíes, sus artes marciales, el equipo de defensa que utilizan y hasta los tiempos de respuesta.
Otro de los aspectos donde se juega entre la realidad y la ficción es en la parte de diplomacia pública de algunas comunidades judías con tendencias pro Israel que podrían hacer frente a distintos gobiernos para afianzar las relaciones entre Israel y ese Estado, algo que ocurre mucho con los Estados Unidos. Sin embargo, el lobby que hacen otras minorías como las comunidades cristianas que promueven este tipo de apoyos por una cuestión teológica, al final el apoyo brindado por determinado estado entra más desde el punto de vista de los intereses de su propia agenda estratégica y sin duda Israel para muchos países occidentales es un aliado “natural”. Las otras alianzas con países como Egipto, Arabia Saudita y hasta Turquía son muy limitadas o necesitan de brindar incentivos fuertes para no perder el apoyo, que se sabe proviene del gobierno de turno y no necesariamente del pueblo.
Por último, pese a esta combinación entre mito y realidad que conlleva lo apasionante de los análisis sobre el estado de Israel, lo cierto del caso es que en la estrategia del poder inteligente que emprende el estado judío, éste es tan fuerte como quiere que sus detractores lo vean, y se mantendrá fuerte mientras no cambie la perspectiva de lo que hace internamente, porque el blindaje con el que cuenta, además de las alianzas estratégicas que por supuesto posee, entre esas la de tener de su lado a la principal potencia militar del mundo, le permite mantener una política un tanto inamovible en cuanto al crecimiento de su poderío militar y disuasorio.
Quizás en el único campo donde Israel no es fuerte, es en el trabajo ante la opinión pública y la prensa. Pese al mito extendido sobre que los judíos controlan los medios de comunicación, habría que ser extremadamente masoquista para ser quien los domine y permita semejantes amagos de mensajes recalcitrantes contra el Israel y sus gobernantes, que a veces desvían sus dardos y rayan en elementos que van más allá de la “sana crítica” que se puede hacer contra cualquier estado democrático del mundo. Si Israel es una democracia pese a las campañas de deslegitimación que van de la mano con este trabajo frente a la opinión pública, el cual lo ha llevado a ser afectado aún frente a organismos internacionales, donde la agenda ha sido capturada durante años en generar resoluciones contra Israel como si no existieran problemas en el resto del globo.
Sin duda que Israel logra el equilibrio en el marco militar y en la decisión de no “pedir permiso” para actuar, porque finalmente cuando hace uso de la fuerza militar en actos de legítima defensa, es criticado. Cuando se retira, es insultada y tratada como “cobarde”, entonces la política de llevar la batuta en cuanto a que no importa mucho la opinión pública le puede sumar más críticas y detractores, pero han optado por este camino que enriquece la disuasión del manejo equilibrado de su poder inteligente.
De: Aurora
Uno de los temas más recurrentes en mis análisis son las relaciones de poder, junto con la funcionalidad de las agendas comunes entre Estados. El poder, al tratarse de una acción constante, se convierte lo que podríamos catalogar como “la fuerza” que cubre todos los principios de las Relaciones Internacionales.
En base a lo anterior, Joseph Nye, que es uno de los teóricos que más enfatiza en este principio, ha categorizado el poder en tres ejes principales de su ejecución: el poder suave, el duro y el inteligente. Además, ha expuesto uno relativamente nuevo que aún sigue desarrollando sus bases fundamentales con más profundidad: el poder punzante.
Cuando se habla del Estado de Israel, hay inmediatamente una serie de posiciones entre quienes le apoyan y quienes se convierten en sus más acérrimos detractores. Los que le odian generan una lista de razones por las que le buscan restar su legitimidad, desde el reclamo a una supuesta invasión de tierras, escracharles el “sentirse pueblo elegido”, pasando por una crítica a sus relaciones con las poblaciones palestinas y quienes utilizan frases panfletarias sacadas de textos con alto contenido antisemita, muy racista, hasta sentirse dueños de poseer un “judeómetro” con el cual pueden decidir quiénes aprueban o no para ser considerados “verdaderos judíos”. Una completa desfachatez.
Por su parte, quienes lo apoyan también tienen sus principios fundamentados desde un amor verdadero por un tema histórico – religioso, pasando por un elemento escatológico de los últimos días, un apoyo político por tratarse de una sociedad occidental en medio de un mundo ajeno tanto en principios sociales como religiosos, hasta quienes admiran al Estado de Israel sin ser judíos o “sionistas” por todo el empuje de haberse desarrollado como potencia periférica en su región en las siete décadas de haberse establecido como estado, esto último desde una perspectiva materialista.
En ambos casos hay una parte de ficción por lo cual se odia o se apoya, y hay una parte realista con argumentos fuertes y algunos muy laxos, pero siempre habrá quien opine sobre el Estado de Israel. No pasa de este modo con otros Estados de la zona sobre quienes no hay muchas posiciones, salvo de aquellos que están pendientes de lo que ocurre constantemente en esta convulsa zona del planeta, y probablemente quienes lo hacen, tendrán un sesgo propio de las pasiones que la región por sí misma ocasiona entre diferentes analistas.
Regresando al punto inicial sobre las relaciones de poder, Israel podría ser un reconocido actor del poder inteligente; el cual se equilibra entre actos beligerantes y el uso de la diplomacia o los actos no violentos contra sus opositores. Es todo un ejemplo de la disuasión, ante lo cual no se puede poner como ejemplo solo la situación con los grupos radicales palestinos, que de todas maneras rompe el molde al tratarse de enfrentamientos de desgaste o guerras de bajo nivel.
El uso de una fuerza de inteligencia internacional como el MOSSAD, que ante el ideario de propios y extraños, es una de las agencias con presencia técnicamente en todos los lugares del mundo (una leyenda muy interesante), al punto que hay quienes ven al Instituto de Inteligencia espiando a través de todo tipo de aparatos electrónicos. Algunos serían capaces de decir que hasta de la licuadora de la casa o el carro a control remoto de un niño, todo esto porque el poder de la historia fabricada supera en ocasiones la realidad sobre el terreno. Actividades de sabotaje y muerte de líderes de agrupaciones islamistas han sido endosadas a esta oficina, incluso hay quienes creen que MOSSAD recluta animales “sionistas”.
Otro elemento disuasorio es la posesión (o no) de armamento nuclear por parte de Israel. El Estado judío es de los países que no ha firmado (ni ratificado) el Tratado de No Proliferación de Armas nucleares, cada año se hace un “estudio” sobre la cantidad de ojivas nucleares que este país podría tener y son capaces de comprar submarinos alemanes con esta capacidad. Hasta el momento no las ha utilizado contra ningún país, ni ha amenazado explícitamente con hacerlo, pero es seguro que no habrá Estado en la zona que sea capaz de jugarse la oportunidad de averiguar si efectivamente cuentan con el potencial, así que la disuasión ha sido funcional para la reacción que se quiere obtener.
En un próximo artículo desarrollaré un par de aspectos más del uso del poder inteligente por parte de Israel, desde las IDF, hasta el uso de lobbies políticos y la diplomacia, aunque de nuevo entre el mito y la realidad hay ocasiones en que todo no está del lado israelí, especialmente ante una lapidaria opinión pública y prensa internacional.
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Foto: Yuval Shmueli Portavoz del Ejército de Defensa de Israel Flickr CC BY-SA 2.0 |
Otro de los cuerpos disuasorios del Estado judío es su ejército, las Fuerzas de Defensa de Israel (IDF o Tzahal), que algunos catalogan como uno de las fuerzas armadas más poderosas del mundo. Quizás este ideario nace de las victorias israelíes en sus guerras regionales contra estados árabes (1948, 1967 y 1973), desde hace varios años este país no enfrenta una guerra total contra ningún otro estado, aunque de forma persuasiva ha realizado acciones militares que sorprenderían a cualquier fuerza armada en el mundo.
La operación Entebbe en 1976, el ataque a la planta nuclear iraquí en la década de los 80s (coordinado con la República Islámica de Irán), acciones contra objetivos iraníes y contra el ejército sirio en la guerra que libran desde el 2011 o golpes militares contra organizaciones terroristas con un alto grado de inteligencia.
Si bien el estado de Israel no es grande en proporciones territoriales, ni tampoco tiene un ejército numeroso en cuanto a cantidad de efectivos y equipo, sí se le endosa una efectividad como a pocos cuerpos de defensa formales en el mundo. Ciertamente que en términos numéricos hay otras fuerzas armadas en la región que poseen mayor cantidad de recursos, pero en la práctica, se escucha en todas las filas militares lo estratégicas que son las fuerzas israelíes, sus artes marciales, el equipo de defensa que utilizan y hasta los tiempos de respuesta.
Otro de los aspectos donde se juega entre la realidad y la ficción es en la parte de diplomacia pública de algunas comunidades judías con tendencias pro Israel que podrían hacer frente a distintos gobiernos para afianzar las relaciones entre Israel y ese Estado, algo que ocurre mucho con los Estados Unidos. Sin embargo, el lobby que hacen otras minorías como las comunidades cristianas que promueven este tipo de apoyos por una cuestión teológica, al final el apoyo brindado por determinado estado entra más desde el punto de vista de los intereses de su propia agenda estratégica y sin duda Israel para muchos países occidentales es un aliado “natural”. Las otras alianzas con países como Egipto, Arabia Saudita y hasta Turquía son muy limitadas o necesitan de brindar incentivos fuertes para no perder el apoyo, que se sabe proviene del gobierno de turno y no necesariamente del pueblo.
Por último, pese a esta combinación entre mito y realidad que conlleva lo apasionante de los análisis sobre el estado de Israel, lo cierto del caso es que en la estrategia del poder inteligente que emprende el estado judío, éste es tan fuerte como quiere que sus detractores lo vean, y se mantendrá fuerte mientras no cambie la perspectiva de lo que hace internamente, porque el blindaje con el que cuenta, además de las alianzas estratégicas que por supuesto posee, entre esas la de tener de su lado a la principal potencia militar del mundo, le permite mantener una política un tanto inamovible en cuanto al crecimiento de su poderío militar y disuasorio.
Quizás en el único campo donde Israel no es fuerte, es en el trabajo ante la opinión pública y la prensa. Pese al mito extendido sobre que los judíos controlan los medios de comunicación, habría que ser extremadamente masoquista para ser quien los domine y permita semejantes amagos de mensajes recalcitrantes contra el Israel y sus gobernantes, que a veces desvían sus dardos y rayan en elementos que van más allá de la “sana crítica” que se puede hacer contra cualquier estado democrático del mundo. Si Israel es una democracia pese a las campañas de deslegitimación que van de la mano con este trabajo frente a la opinión pública, el cual lo ha llevado a ser afectado aún frente a organismos internacionales, donde la agenda ha sido capturada durante años en generar resoluciones contra Israel como si no existieran problemas en el resto del globo.
Sin duda que Israel logra el equilibrio en el marco militar y en la decisión de no “pedir permiso” para actuar, porque finalmente cuando hace uso de la fuerza militar en actos de legítima defensa, es criticado. Cuando se retira, es insultada y tratada como “cobarde”, entonces la política de llevar la batuta en cuanto a que no importa mucho la opinión pública le puede sumar más críticas y detractores, pero han optado por este camino que enriquece la disuasión del manejo equilibrado de su poder inteligente.
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