Del Salto de un mundo a otro Mundo.

Autor: JAIME GORENSTEIN
De: Kol Daat

Cábala Hebrea.
Pesaj significa saltar... saltar es elevarse de una posición para dirigirse a otra.

Sal de ti; vete de tu pueblo; sal de la casa paterna y de tu parentela y vete de Egipto, entre otras ideas alegóricas... no son más que distintos matices expresivos para la Enseñanza de un solo Conocimiento Objetivo: Dar el salto trascendente del mundo mecánico donde habita el hombre Nº 1,2,3, al mundo donde la evolución hacia otro estado de conciencia se hace posible.

Si revisamos los relatos de la Torá sin apasionamiento religioso, notaremos que casi todos se refieren a traslados "masivos" de pueblos o familias, desde un lugar - en apariencia geográfico, - del que se debe partir por "orden divina" - a otro designado previamente a manera de syllabus procesal objetivo perfectamente programado destinado a provocar las vivencias internas útiles y necesarias, para posibilitar experiencias imprescindibles que solo esos traslados psicológicos técnicamente permiten.

El "relato de la salida de Egipto" es especialmente paradigmático y revelador... si reducimos la estructura maximalista y facilista del texto, que lo plantea como la historia concreta de un pueblo esclavizado llamado a liberarse y hacemos el esfuerzo por concebirla como la narración de un sistema de desarrollo psico-minimalista, - personal e intransferible - de una persona que desea romper con la psico-situación imperante de la que ha decidido salir, estaremos en condiciones de enfrentar correctamente el psico-relato simbólico. Otra arista significativa que la Torá generosamente brinda está  en establecer el numero de los “salidos de Egipto” en 600,000 individuos, dato que a los ojos de la Cábala Hebrea es la de un solo individuo, ya que siendo el número seis el número del hombre – al haber sido creado en el “sexto día”- la cifra de seis cifras (un seis y cinco ceros) equivale a uno. En la Torá solo actúan realmente dos personajes fundamentales: El Conocimiento Objetivo que la Torá llama "Yo Soy el que Soy" y el lector interesado, que llamaremos "Yo aspiro a Ser".

Salir de Egipto o salir de un barrio bravo, no significa emigrar físicamente de una zona donde se la está pasando mal, a otra donde las condiciones sean mejores. Egipto en la Torá es el símbolo psicológico del estado particular característico del hombre Nº 1,2,3, hecho, estructurado y formado por el influjo mecánico de la vida horizontal, que robóticamente ha ido asimilando como corolario normal de las exigencias subjetivas de la vida común, vale decir, de pueblo, casa paterna, parentela y de todas aquellas adquiridas por las influencias de su entorno próximo. El uso del término "egipcio" está relacionado al tiempo histórico en que se escribieron o adaptaron esos relatos, más que a un hecho histórico concreto. Si en lugar de considerar a Egipto como protagonista de la narración y se utilizara hoy la figura de Japón o EEUU (es un ejemplo rápido), la esencia de la Enseñanza quedaría intacta.

Para iniciarse en el camino del Conocimiento Objetivo es necesario romper cadenas psico-esclavizantes, tipificadas en expresiones como "salir de Harán para ir a Canaan", "salir de Egipto para ir la Tierra prometida", cuyo significado psicológico es dar por finalizada una etapa de la existencia que llamamos "vida horizontal", caracterizada por una forma simple de pensar, generalmente en disposición de seguir la corriente del pensamiento de moda, de los hábitos y apegos principalmente establecidos por las influencias del entorno inmediato, la educación impuesta y las tradiciones inventadas; todas ellas, invariablemente dictadas por el subjetivismo piadoso y programador, que los imponen como dogma a cumplir para ser reconocidos y aceptados en el círculo donde la vida rutinaria transcurre paralela al nivel de entendimiento tierra, que en la Torá queda representada por la imagen de un pueblo haciendo "ladrillos de tierra y paja" para la construcción y mantenimiento de "ciudades ajenas". A esa situación psicológica la Torá llama esclavitud y está lejos de ser percibida como tal por los hombres N° 1,2,3, invariablemente enamorados y hasta orgullosos de sus cadenas.

Para salir de esa condición se hace necesario antes que nada, reconocerse como esclavo y estar dispuesto a "saltar" (Pesaj significa saltar) al otro lado de los significados... "a la otra orilla del río"... "cruzar la frontera de lo establecido para ir a la otra donde la perspectiva es diferente", esa acción objetiva lo convertirá en un Ivri... en un Hebreo, que es el Hombre que no se conforma con el diseño programado para él por el subjetivismo controlador de su entorno o por lo que de sí mismo haya podido él captar, desde las limitaciones unilaterales de su propia sumisión psicológica. A este tipo de Hombre la Torá llama Abram, el Hebreo, que en Cábala Hebrea es el Proto - Hombre Nº 4.

El concepto libertad en Cábala Hebrea difiere del significado común generalmente ligado a las condicionantes de tipo político, que garantizadas por leyes especialmente creadas para tal fin, le permiten al hombre común una vida en libertad política como derecho humano y democrático. La noción de libertad en Hebraismo tiene una estructura mucho más compleja... solo es libre aquel que es "amo de sí mismo"... un hombre que goce de todas las libertades políticas, para los requerimientos del tipo de libertad que la Cábala Hebrea exige, ese hombre seguiría siendo un esclavo.

Ser amo de sí mismo es haber logrado el muy difícil dominio de las influencias nefastas que irradian de la maquinal vida horizontal... ser vencedor indiscutido de la lucha interna entre la manera de pensar literal, "de un lado de la orilla" ... y la manera de pensar psicológica desde "el otro lado de la orilla"... aquella donde el Hombre N° 4 aspira a "saltar" para remodelarse... para de-construirse; es el mismo escenario psicológico que en el relato toraíco tiene como protagonistas principales al Faraón sin nombre y a Moisés. Los textos sagrados, o mejor, la literatura objetiva de toda la humanidad, nos han dejado ejemplos de esa lucha en una simbología muy semejante entre ellas a pesar de pertenecer a culturas diferentes tanto en el espacio como en el tiempo... se trata de la lucha entre el Sol y la Luna. En la Torá da la impresión de no haber nada semejante a esta representación mítico literaria, incluso el "día" en que el relato cuenta lo que se supone es la creación del sol y la luna, el texto no les da nombres, sino, los presenta como el "lucero grande" que gobierna "en el día" y el "lucero chico" que gobierna "por la noche", en realidad, la Torá solo establece las características funcionales u operativas de los dos "luceros", pero no les da nombres. Para no hacer el artículo muy largo, diré que el Faraón sin nombre es el sol que alumbra todo lo que es fácil de "ver" – léase entender - y Moisés es la luna que alumbra lo que es difícil de "ver en la oscuridad" - léase complicado de entender -.

Simplificando... el Faraón sin nombre simboliza la mente literal, sensual y simple y Moisés a la mente psicológica, simbólica y compleja. De esa lucha saldrá el eterno esclavo, si el vencedor es el Faraón sin nombre, o el amo de sí mismo... el auténtico hombre libre, si el que triunfa es Moisés. Está lucha interna es el proceso obligado a que debe someterse la psiquis de todo iniciado en las artes cabalistas que ha escogido en libertad objetiva la vida vertical... que es el sendero evolutivo de abajo hacia arriba que en Torá es el camino paradigmático de Abraham... muy diferente del de Lot, paradigma de la vida horizontal. Es una lucha a diez rounds porque todo proceso completo y perfecto pasa por siete estadios, dos intervalos, más la repetición del primer estadio... todo a la manera de la escala musical de siete notas, conocida en Cábala Hebrea como "Ley de la Escala Evolutiva Universal para todo Proceso Objetivo, Unitario y Transmutador", que permite realizar el Trabajo Interno con la seguridad de sentido y dirección correcto, en función a la aplicación del Conocimiento Objetivo obtenido - en tiempo y oportunidad - en esos dos semi-tonos o intervalos que en Cábala Hebrea se llaman Shabat Katan y Shabat Gadol... que definitivamente marcarán la diferencia en el Hashem Avoda del Hombre N° 4 o del Hebreo en la terminología bíblica.

El sistema de la Cábala Hebrea distingue dos mundos perfectamente diferenciados: El mundo de los hombres Nº 1,2,3, del círculo externo de la humanidad dormida - hombre ordinario- y el Mundo de los HOMBRES Nº 5,6,7 del Círculo Interno de la Humanidad Despierta. Los hombres N° 1,2,3 creen ser hebreos y estar en el "camino de Abram", cuando en realidad están en el de Lot.  El único Hombre capacitado para hacer Pesaj, vale decir, para "saltar" al Círculo Interno de la Humanidad... es el Hombre Nº 4… en razón del cumplimiento de un requisito elemental de la tercera etapa del “Proyecto Evolutivo Israel”… el imperativo categórico de comprender, pero de comprender tres veces y al unísono: comprender con la cabeza, con el corazón y con la piel, solo así podrá “marcar con sangre la puerta de su casa”… solo así podrá “preparar y ofrecer un guiso rojo”, solo así podrá “purificarse con la vaca roja”, solo así podrá “cruzar el Mar Rojo”.  Comprender es estar en condiciones de avanzar y subir por el camino de los aciertos... de sarmentar para evolucionar, -sarmentar significa acertar-, acercarse a Ley Uno… hacer Aliá... para ser amo de sí mismo.

Lo dejo así...

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