Mila 18 versus Muranowska 7: Una grieta en el gueto de Varsovia.

Autor: JULIÁN SCHVINDLERMAN
De: La Ilustración Liberal (España)

Introducción
Durante la Segunda Guerra Mundial, los nazis establecieron cientos de guetos en el continente europeo con el fin de segregar a los judíos. Eran extremadamente insalubres y superpoblados. Escaseaban los alimentos y los servicios públicos eran mínimos. El frío invernal era inclemente y los brotes epidémicos eran tan regulares como mortales. Con la adopción de la “Solución Final” en 1942, los alemanes comenzaron la destrucción de los mismos y la deportación de la población judía hacia campos de exterminio. Cuando los judíos comprendieron que serían enviados a una muerte cruel y segura, muchos de ellos se sublevaron. Así, hubo levantamientos en más de cuarenta guetos, entre ellos en Varsovia, Vilna, Bialystok, Czestochowa, Kovno, Minsk, Mir, Bedzin, Sosnowiec, Tuchin y Kremenets. También hubo revueltas en campos de trabajo, en Lublin y Janówska, así como en los campos de exterminio de Auschwitz (se explotó uno de los crematorios), Sobibor (once guardias SS fueron matados) y Treblinka (se provocó un incendio).

El primer levantamiento urbano en la Europa ocupada por los nazis ocurrió en el gueto de Varsovia entre abril y mayo de 1943. El año anterior, 270.000 judíos habían sido enviados a Treblinka. Sólo cuando comenzaron a advertir la dimensión de la tragedia en ciernes y el destino fatal que les esperaba a los restantes 130.000, la revuelta nació. Para enero de 1943, había poco más de 60.000 judíos en el gueto. Un puñado de ellos se sublevó militarmente. Fue una contienda librada en la más absoluta soledad. Los judíos estaban marginados del mundo y su gesta apenas fue notada en el resto de Polonia o en el extranjero. Mientras enfrentaban a los nazis en las calles del gueto en condiciones desventajosas, nunca recibieron palabras de estímulo u ofrecimientos de ayuda de parte de ningún líder aliado.
Durante alrededor de treinta días, la resistencia judía desafió al ejército alemán desde una situación de clara inferioridad. Los nazis habían estimado que en apenas tres días aplastarían esa rebelión. Al final, los soldados alemanes redujeron el gueto a escombros con artillería pesada. En un ataque dirigido al búnker de la resistencia, sito en el número 18 de la calle Mila, los nazis asesinaron al comandante de la revuelta, Mordejai Anielewicz, y a la mayoría de sus combatientes. El oficial responsable de liquidar el gueto ordenó destruir la Gran Sinagoga de la calle Tlomacki, como símbolo de la victoria nazi. En sus reportes a Berlín, informó haber matado alrededor de 7.000 judíos, capturado a otros 56.065 y destruido 631 búnkeres. Los judíos fueron deportados a campos de concentración y de exterminio. Aunque los rebeldes sabían que tenían cero chance de supervivencia, se sublevaron en señal de desafío al Nazismo y de resistencia a la pasividad.

Los resistentes del gueto ocasionaron muy pocas bajas entre las filas nazis (16 muertos y 85 heridos), aún así, simbólicamente el levantamiento del gueto de Varsovia fue la más importante de todas las rebeliones urbanas ocurridas durante la guerra. La Ceremonia de Recordación del Holocausto, Iom ha-Shoá, fue señalada en el calendario hebreo en coincidencia con este levantamiento. Su historia quedó retratada en una gran cantidad de libros, artículos y películas. El heroísmo de sus combatientes fue honrado en museos, conmemoraciones anuales, calles y estatuas. Su épica, inmortalizada en best-sellers como Mila 18 de Leon Uris y The Wall de John Hersey.

El otro lado de la historia
Sin embargo, y a pesar de la enorme atención mundial dedicada, sólo una parte de esta historia fue contada. Bajo el último ladrillo bombardeado por los nazis quedó sepultada otra parte de la verdad. La historia completa del levantamiento del gueto de Varsovia exige reconocer la existencia no de una, sino de dos organizaciones armadas judías en su seno: la Organización Judía de Combate (Zydowska Organizacja Bojowa; ZOB) y la Unión Militar Judía (Zydowski Zwiazek Wojskowy; ZZW). Al momento de la sublevación, la primera contaba con alrededor de 500 miembros, la segunda con la mitad. La ZOB fue liderada por Mordejai Anielewicz y era de extracción socialista. La ZZW fue establecida por Pawel Frenkel, del movimiento revisionista (en términos actuales, derechista) Betar.
Originalmente Anielewicz se había unido a Betar, a los doce años de edad, pero unos años más tarde abandonó el movimiento para sumarse al marxista Hashomer Hatzair. Estas disparidades en cosmovisión política personales y grupales impidieron que estas dos agrupaciones armadas unieran fuerzas contra los nazis, aún durante el levantamiento en medio de la Segunda Guerra Mundial, con el trasfondo -en 1942/3- de cientos de miles de judíos maltratados, marginados y deportados a cámaras de gas.

En los años de la preguerra, los socialistas judíos predicaban sobre la lucha de clases y promovían la consigna de la solidaridad con el proletariado universal. En Palestina y en Polonia, los judíos de izquierda detestaban a los judíos derechistas que defendían la economía capitalista y el libre mercado. Los primeros veían a los segundos como enemigos de las clases trabajadoras, en el mejor de los casos, y como fascistas, en el peor. La enciclopédica Crónica del Holocausto describe al Hashomer Hatzair como “un movimiento socialista sionista que consideraba el socialismo nacional [sic] como un desarrollo natural del capitalismo”. Marek Edelman, el representante del Bund en la ZOB, caracterizó a los combatientes de la ZZW como “una banda de porteros, contrabandistas y ladrones”, en tanto que Yitzhak Zuckerman, el subcomandante de la ZOB, descalificó a la resistencia revisionista como permeable a la infiltración nazi: “Estábamos preocupados respecto de la posibilidad de que la ZZW fuese infiltrada por agentes de la Gestapo”.

Varios de los comunicados emitidos por los resistentes socialistas durante el levantamiento contenían típica retórica izquierdista. Así, un cable enviado desde Varsovia a Londres el 26 de abril de 1946, redactado por activistas de Poalei Zion (Obreros de Sión) mandaba “saludos de los luchadores a los trabajadores judíos de Eretz Israel y del mundo entero”. En marzo de 1944, la Federación de Trabajadores Judíos en Palestina (Histadrut) publicó en su revista Davar una carta del previo noviembre proveniente de militantes judíos en Polonia que refería a “los valores que fueron imbuidos en nosotros… Es de estos valores que nace la iniciativa para la resistencia y la revuelta, como parte del Movimiento de los Trabajadores de Eretz Israel”. El siguiente mes de mayo, el Comité Nacional Judío en Varsovia despachó un cable a Londres que concluía con estas palabras: “Que todos los movimientos obreros del mundo sepan que los organizadores y líderes de la revuelta del gueto de Varsovia fue el Movimiento de los Obreros para el Trabajo en Eretz Israel, y que cientos de luchadores combatieron y se inspiraron por el ideal de que su muerte será una de las bases para un futuro socialista para las masas judías en Eretz Israel”.

La adhesión a estas consignas socialistas fue intensa al punto que, durante el levantamiento, la ZOB permitió que se sumaran a sus filas movimientos proletarios antisionistas, como los bundistas y los comunistas, pero rechazó aliarse con los revisionistas.

Rivalidad en Palestina, desunión en Polonia
La segunda mitad de los años cuarenta fue un período marcado por acentuadas confrontaciones entre el liderazgo socialista en Palestina/Israel y los grupos disidentes de derecha que se habían pronunciado en rebeldía contra los británicos y desafiaban las directivas de la Agencia Judía cuyo titular era David Ben Gurión. Uno de ellos era el Irgún, establecido en 1931 debido a disputas relativas a tácticas con el Haganáh y sus respuestas al pogromo árabe de 1929. El Irgún entonces criticó la pasividad del oficialismo y respondió a las agresiones árabes con sus propios ataques contra autobuses, mercados e individuos árabes. A partir de 1939, luego de la publicación del Libro Blanco que restringía la inmigración judía a Palestina, sus miembros efectuaron operaciones contra instalaciones e instituciones británicas y mataron a oficiales ingleses que habían torturado a sus integrantes.

Cuando estalló la Segunda Guerra Mundial, esta agrupación cesó sus ataques contra los ingleses y muchos de sus combatientes se enlistaron en el ejército británico, entre ellos su líder, quién fue abatido durante una operación comando en Irak. Su sucesor, Menajem Begin, retomó la política contra los ingleses a partir de 1944 con gran intensidad, atacando campamentos del ejército, estaciones policiales, oficinas del gobierno, y vías ferrocarriles. A ellos se les sumó la Banda Stern (también conocida como “Lehi”), grupo escindido del Irgún cuando éste decidió detener sus operaciones anti-inglesas en 1939 y que tenía en sus filas a Itzhak Shamir. Luego de que la Banda Stern asesinara al ministro británico para asuntos de Medio Oriente, en 1944, irritada, la Haganáh intentó frenar sus acciones, persiguiendo a los miembros de una y otra agrupación, encarcelándolos e incluso delatándolos ante las autoridades británicas en lo que se llamó la “estación”, en alusión a una estación de caza. Trescientos de ellos fueron apresados y doscientos cincuenta y uno deportados a campamentos de detención británicos en Eritrea y Sudán como resultado de esta decisión del oficialismo sionista durante los ocho meses que duró esta campaña.

Un breve momento de unión tuvo la comunidad judía en Palestina cuando se formó el Movimiento Unido de Resistencia Judía que comprendía al Haganáh, el Irgún y la Banda Stern. Ello ocurrió en octubre de 1945 luego de que la Oficina Colonial  británica había informado a Jaím Weizmann unos meses antes que no cambiaría su política hacia Palestina. Ben-Gurión ordenó al Haganáh unir fuerzas con los grupos repudiados hasta hacía muy poco tiempo atrás. Así fueron atacados por toda Palestina intereses ingleses y las instalaciones que necesitaban para controlar el país, tales como centrales telefónicas, refinerías de petróleo, puentes, bases militares, clubs de oficiales, y otros. A mediados de 1946, el Irgún -sin autorización del Haganáh- voló un ala del Hotel King David que por entonces albergaba a los cuarteles militares británicos. Los trescientos kilos de explosivos provocaron la muerte a veintiocho ingleses, cuarenta y un árabes y diecisiete judíos. Ese hecho marcó el fin del Movimiento Unido de Resistencia Judía.

Según estadísticas de la Oficina Colonial, entre junio de 1946 y marzo de 1947, la resistencia sionista había matado a 45 soldados, 29 policías, y 14 civiles británicos en Palestina. En 1947, el Irgún adoptó medidas cada vez más audaces. Sus miembros atacaron la prisión-fortaleza de Akko y liberaron a 251 prisioneros suyos. Cuando los ingleses ahorcaron a tres integrantes capturados, el Irgún respondió ahorcando a dos sargentos británicos. En junio de 1948, Ben Gurion ordenó al ejército que hundiese el buque Altalena que transportaba armamento francés para el Irgún y alrededor de 900 pasajeros, la mayoría sobrevivientes del Holocausto. Aunque Begin había informado del arribo del buque a las autoridades oficiales, una disputa había emergido en torno al destino final de esas armas.
Esto da cuenta de hasta qué niveles llegaban los choques entre la derecha y la izquierda sionista en aquellos tiempos. Esta rivalidad, que ya existía en la preguerra, se manifestó también en la judería polaca y no pudo ser contenida ni siquiera en el contexto del Holocausto. Cabe notar que la resistencia judía que se sublevó en el gueto de Vilna incluía a miembros de Betar y Hashomer Hatzair así como a comunistas. Abba Kovner y Yosef Glazman decidieron armar un frente común ante los nazis. En Varsovia, los resistentes judíos no pudieron hacerlo.

El socialismo judío al poder
La narrativa que emergió durante el levantamiento y que se consolidó con los años como la única versión válida de los hechos fue aquella promovida por los supervivientes de la resistencia de la ZOB. En la visión de sus combatientes, los luchadores socialistas fueron quienes tuvieron un rol central en la revuelta, y relegaron a los revisionistas a los márgenes de la lucha, y, si es que los mencionaron, lo hicieron despectivamente. Los principales creadores de esta versión de los hechos fueron Yitzhak Zuckerman y su mujer y camarada de armas Tzivya Lubetkin; los más destacados sobrevivientes de la milicia liderada por Mordejai Anielewicz. Al finalizar la guerra,   emigraron a Israel, dieron entrevistas a la prensa, dictaron conferencias por el país y ayudaron a fundar el Museo de los Combatientes del Gueto en el kibutz Lojamei a-guetaot (establecido aun antes que Yad Vashem). Zuckerman redactó una autobiografía -Un exceso de memoria-, Lubetkin otra -En los días de destrucción y revuelta-, y llegó incluso a testificar en el Juicio a Eichmann en Jerusalem. La historia que narraron dio muy poco espacio a la gesta de la ZZW durante el levantamiento en Varsovia. Su relato fue acríticamente adoptado por el Mapai y el Laborismo, fuerza política que gobernó el estado judío durante los primeros 29 años de su existencia, y así quedó rubricada oficialmente una narrativa sesgada.

Unos días antes del levantamiento, Zuckerman fue enviado a hacer contacto con la resistencia polaca fuera del gueto y no pudo regresar tras el inicio de la represión nazi. Se convirtió en el más prominente testigo de los hechos, aun cuando no participó de la rebelión en las calles del gueto. Junto con Adolf Berman de Poalei Zion y Leon Feiner del Bund, redactaron los comunicados que se enviaron al Yshuv afuera a través de la radio de la resistencia polaca, con la que tenían nexos. El primer boletín decía: “Hoy, lunes 19 de abril, los alemanes empezaron una nueva acción mortífera en el gueto de Varsovia. A las 4am, se escuchó fuego intenso de rifles y ametralladoras, así como la explosión de bombas, en las vecindades de las paredes del gueto. Carros blindados  y tanques entraron al gueto. La acción es llevada a cabo por la policía militar bajo el comando de las SS… La Organización Judía de Combate [ZOB], que abarca a todos los elementos activos de la comunidad judía, está poniendo fuerte resistencia en varios edificios. Batallas violentas están ocurriendo entre los luchadores judíos y los alemanes” (énfasis agregado).

El segundo boletín reportaba el 20 de abril: “La lucha entre la Organización Judía de Combate [ZOB] y los alemanes en el gueto de Varsovia continúa en plena fuerza”. El tercer boletín, emitido el mismo día, decía: “La Organización Judía de Combate [ZOB], que lidera el combate en el gueto de Varsovia, ha rechazado un ultimátum de los alemanes que exigía la deposición de las armas para las 10am del martes” (énfasis agregado). Continuaba este comunicado: “Los luchadores judíos han izado dos banderas sobre el techo de un edificio en la calle Muranowska: una roja y blanca, la otra azul y blanca”. El 28 de abril, otro boletín informaba: “En el área de la estación de acarreo en Muranowska una unidad de luchadores llevó adelante un ataque contra los alemanes”. 
Estos comunicados, los primeros y únicos que dieron a conocer al mundo lo que estaba ocurriendo dentro de las paredes del gueto, proclamaron que sólo una facción judía estaba dando combate a los nazis y que esta facción era la ZOB. Eso constituía una versión parcial de los hechos, y Zuckerman, Berman y Feiner lo sabían. Conocían la existencia de la ZZW, sabían quiénes eran Pawel Frenkel y su subalterno Leon Rodal y estaban al tanto de que la ZZW, según diría años más tarde un combatiente superviviente del revisionismo judío del gueto, fue “la primera en organizarse, la primera en advertir, la primera en entrenarse y armarse, y la primera en tomar acciones”. Para peor, estos comunicados atribuyeron a la ZOB la que es considerada la hazaña más extraordinaria del levantamiento: haber izado las banderas polaca y sionista sobre el techo de uno de los edificios del gueto.

El testigo nazi
Jüergen Stroop fue el oficial de las SS responsable de liquidar los remanentes del gueto tras las deportaciones en 1942. Respondía a Heinrich Himmler, a cuyo escritorio llegaban los informes que éste le enviaba a través de su superior, el SS asentado en Cracovia Frierich-Wilhelm Krueger. Anotados con la frialdad y el rigor de los nazis, estos informes constituyen las más fidedignas descripciones de los hechos durante la sublevación judía y la consecuente represión alemana. En uno de sus reportes, Stroop escribió: “Estas banderas inspiraron a cientos de miles de personas, las despertaron. Tuvieron una gran importancia política y moral, ellas unieron a los judíos y a los polacos. Estas banderas eran poderosas como fuego de cañón. ¡Eran como mil cañones!”. En otro reporte, Stroop mencionó a los combatientes revisionistas: “Ya en la noche del primer día nos topamos con una resistencia bastante feroz. Aquellas personas estaban organizadas en un movimiento llamado a-Jalutz, que creo yo se llamaba también Betar”. Testigos de la contienda han corroborado la descripción de este oficial nazi, quién, paradójicamente, se convirtió en una fuente más objetiva que los escribas de la ZOB, los que minimizaron o directamente escondieron el papel crucial jugado por la ZZW durante la revuelta.

Tras liquidar el gueto de Varsovia, Stroop fue galardonado con la Cruz de Hierro. Él reunió todos sus reportes diarios del período 19 de abril-16 de mayo de 1943, junto con su informe del 16 de mayo, en un álbum adornado con fotografías de los combates que él mismo había tomado. Titulado El rincón judío en Varsovia ya no existe, también contenía un listado de los nombres de los alemanes caídos. Una copia del álbum fue entregada a Krueger, otra Himmler y otra quedó en manos de Stroop. Este ejemplar fue admitido como evidencia en los Juicios de Núremberg. Ha sido traducido y publicado en muchos idiomas. Es considerada una fuente primaria valiosa sobre el levantamiento.

Tomado prisionero al finalizar la guerra, se le ordenó que escribiera un reporte sobre su accionar en el gueto. Escrito en mayo de 1946, es conocido como el Reporte Weisbaden por la cárcel homónima. En él, Stroop menciona el izado de las banderas polaca y sionista por los combatientes judíos en la plaza Muranowski. Fue condenado a muerte, pero extraditado antes a Polonia para ser juzgado por sus crímenes en el gueto. Mientras aguardaba el inicio del juicio en la prisión Mokotow en Varsovia, se le ordenó responder por escrito 42 preguntas sobre los hechos en el gueto. Sobre la batalla en la plaza Muranowski, respondió: “La plaza Muranowski (ya no recuerdo el  nombre) fue el lugar que los luchadores del gueto defendieron con la mayor terquedad”. Stroop repitió esto mismo ante tres sobrevivientes a los que se les permitió interrogarlo. Ellos eran Marek Edelman, miembro bundista de la ZOB, Rahel Auerbach, colaboradora de Emmanuel Ringelblum, el famoso cronista del gueto, y Stefan Grayek, integrante de Poalei Zion. “La más fuerte defensa fue en la plaza Muranowski”, admitió.

Sus declaraciones durante el juicio en Varsovia, así como los diálogos que mantuvo con un prisionero polaco con quien compartió celda, Kazimierz Moczarski, quien posteriormente los volcó en un libro titulado Conversaciones con el ejecutor, agregan evidencia sobre la existencia y las acciones de la ZZW según Stroop lo vio.

El relato se consolida
La muerte en combate de la plana mayor de la ZZW y de muchos de sus luchadores durante el levantamiento, la carencia de conexiones con el mundo exterior por parte de aquellos que sí sobrevivieron, así como el rol marginal de Betar en la política en Palestina, atentó contra la edificación de una narrativa equilibrada a propósito de la participación de esta fuerza en el combate en el gueto. Ni siquiera sobrevivió una fotografía del líder de la ZZW, Pawel Frenkel. Los más importantes líderes de la ZOB, por el contrario, sobrevivieron (salvo Anielewicz), tenían estrechos contactos con las fuerzas clandestinas polacas y con el gobierno polaco en el exilio. Esto les permitió transmitir cables al extranjero. Sus vínculos con la Agencia Judía en Palestina y otros organismos judíos oficiales socialistas potenció la divulgación de su relato.

El 22 de junio de 1943, Zuckerman y Lubetkin enviaron un cable a Palestina por medio de la resistencia polaca. “Las batallas en el gueto han acabado. Cientos de nuestros camaradas han caído. Decenas decidieron suicidarse. Hejalutz - Hashomer Hatzair fueron la columna vertebral de la Organización Judía de Combate [ZOB]”. Dos meses después, Davar reprodujo este cable. En mayo de 1944, Unzer Tsait, el mensuario del movimiento bundista en Estados Unidos, publicó: “La resistencia fue organizada y liderada por la Organización Judía de Combate [ZOB], la que jugó el papel central. Esta organización de combate fue el brazo operativo del Comité de Coordinación, que estaba integrado por representantes del Bund y el Comité Nacional Judío. Los Revisionistas establecieron una pequeña organización propia, Nejama, la que cesó sus operaciones tras dos días de lucha. Los miembros de la ZOB eran principalmente jóvenes trabajadores…”. Dentro de las filas izquierdistas, existió además una competencia entre los socialistas y los bundistas de la ZOB por la supremacía en el combate, tal como atestigua este cable del 24 de mayo de 1944 enviado a Londres por Zuckerman y Berman: “Por el bien de la verdad queremos mencionar unos cuantos puntos. Basándonos en reportes del extranjero, nos parece que el Bund afuera está tratando de darse crédito por las batallas en el gueto de Varsovia, y si no en todas, entonces por la mayoría. Les dejamos saber inequívocamente que esto no es consistente con la verdad”.

En enero de 1945, el Ejército Rojo liberó Varsovia y prontamente la Radio Lublin comenzó a emitir en yidish. En febrero, Berman habló sobre el levantamiento y no hizo mención al rol de la ZZW. En abril, Zuckerman elogió a los mártires socialistas del gueto. Unos días después, la Radio Lublin anunció que se había honrado con honores militares a 67 judíos por su heroísmo durante la revuelta en el gueto. Mordejai Anielewicz estaba al tope. Ningún combatiente de la ZZW fue incluido.

En agosto de 1945 el primer Congreso Sionista de la posguerra tuvo lugar en Londres. Asistieron personalidades del sionismo y del judaísmo como David Ben Gurion, Haim Weizmann, Moshe Sahrett, Nahum Goldmann, Stephen Wise y Abba Hillel Silver. Estuvieron presentes Zuckerman y Berman, quienes presentaron su narración del levantamiento. En junio de 1946, Tzivya Lubetkin emigró a Palestina y su marido lo hizo un año más tarde. Allí contaron reiteradamente la historia del levantamiento según ellos la veían. En mayo de 1947, Zuckerman dio un discurso en el que afirmó que jóvenes de Betar fueron invitados a unirse a la ZOB pero “como es habitual en ellos, desafiaron la disciplina… Sus pretensiones les hicieron querer gobernar también el gueto“. Estas palabras exponen la percepción de los revisionistas como competidores por el liderazgo de la revuelta. La mirada socialista de los hechos fue respaldada por Yisrael Gutman, profesor de la Universidad Hebrea de Jerusalem que era miembro de Hashomer Hatzair y había sido combatiente de la ZOB en el gueto. El Dr. Gutman publicó varios libros sobre el levantamiento, en particular uno en hebreo en 1977 (Los judíos de Varsovia 1939-1943: Gueto, clandestinidad, revuelta) que reivindicó el rol de la ZOB y consignó a los márgenes la participación de la ZZW. Este libro fue traducido al inglés en 1989.

El disidente 
Emmanuel Ringelblum, el gran cronista de la vida en el gueto de Varsovia, militaba en Poalei Zion y era miembro de la ZOB. Pero a diferencia de sus colegas, él buscó dejar constancia de la existencia de los combatientes de la ZZW. En noviembre de 1943, el Comité Nacional Judío en Varsovia envió a Londres un listado con los nombres de 224 luchadores de la ZOB que habían muerto, indicando la respectiva afiliación partidaria de cada uno. Ni un solo integrante de Betar figuraba. Al notar eso, Ringelblum -que había visto a los luchadores de Betar izar las banderas polaca y sionista en la plaza Muranowski, ahora estaba escondido fuera del gueto- preguntó por su ausencia en una nota enviada a Berman unas semanas después: “¿Y por qué no hay datos respecto de la ZZW? Debemos dejar sus marcas en la historia, aun cuando no simpatizamos con ellos”. Unos días después, reiteró su preocupación en otra nota para Berman: “En cuanto a los Revisionistas, no tengo datos sobre ellos… un esfuerzo debe ser hecho para completar la lista. Tengo sólo dos nombres: Rodalski [Rodal] y Frenkelowski [Frenkel]… Uno de ellos debería ser hallado o uno de sus comandantes”. Berman y Zuckerman no compartían esa inquietud y nada fue hecho para incorporar a los caídos de la ZZW en esa lista. Berman guardó esas notas de Ringelblum y no reveló su existencia al emigrar a Israel. Fueron descubiertas posteriormente. Ringelblum fue ejecutado por los nazis en marzo de 1944.

En búsqueda de la verdad perdida
Sobrevivientes del Holocausto que habían combatido en las filas de la ZZW, una vez emigrados a Israel, contemplaron con dolor la evolución de esta narrativa y cómo ellos habían sido borrados de la historia. Fella Finkelstein trató de reunirse con Lubetkin, pero según la primera ha relatado, la segunda se rehusó. Ziuta Hartman, quien fue condecorada como “ciudadana honoraria” en Varsovia, fue recibida por Simja Rotem, ex alta figura de la ZOB, delante de otras personas, pero rechazó categóricamente la versión de esta ex combatiente. El museo del Holocausto en Lojamei a-guetaot, mientras tanto, listaba a Hartman como fallecida en un campo de concentración y recién en el 2011 se avino a reconocerla oficialmente, al invitarla a encender una vela en una ceremonia de recordación (ese mismo año, Ziuta Hartman murió). “Hacer el mal es fácil”, se oye decir a Emilka Kodorev, ex luchadora de la ZZW, en un documental titulado El levantamiento del gueto de Varsovia: La historia no contada, “pero enmendar es imposible”.

La primera publicación que buscó reivindicar el papel de la ZZW en la revuelta, estuvo a cargo de David Wdowinski, uno de los líderes de Betar en Polonia en la preguerra. Era un psiquiatra formado en las universidades de Viena y Varsovia que no participó de los combates pero tuvo un papel en las negociaciones entre la ZZW y la ZOB para unir ambas resistencias. En Abril de 1946 publicó un artículo en el diario derechista palestino Hamashkif titulado “La revuelta del gueto de Varsovia” en el cual mencionaba el rol de la ZZW. En 1985 fue publicado su libro Y no estamos salvados, sobre la participación revisionista en la revuelta. Ese mismo año, otro sobreviviente revisionista, no combatiente pero relacionado a la ZZW, Adam Halperín escribió un capítulo titulado “La parte de Betar en la revuelta del Gueto” dentro de un libro pequeño titulado La verdad sobre el levantamiento del gueto de Varsovia, editado por el Ejecutivo Mundial de Betar en Tel-Aviv. Posteriormente, Ber Mark, director del Instituto de Historia Judía en Varsovia, investigó el período del levantamiento y escribió varios libros en yídish y en polaco al respecto. Como sus libros fueron publicados en la Polonia comunista, a partir de 1947, subrayó el rol de los luchadores comunistas, no obstante citó tanto a la ZOB como a la ZZW y nombró a los comandantes de ambas organizaciones.

En 1963, Haim Lazar publicó en Israel el que fue entonces el más rotundo trabajo sobre la participación de Betar en el levantamiento. Lazar emigró a Israel en la posguerra tras haber dejado el gueto de Vilna para unirse a los partisanos en Rusia. Originalmente escrito en hebreo con el título La Masada de Varsovia: La Organización Militar Judía en el levantamiento del gueto de Varsovia, fue traducido al inglés en 1966 como Muranowska 7: El Gueto de Varsovia se levanta. En la introducción, escribió Lazar: “Hubiera sido preferible que este libro, que relata las acciones del movimiento nacional fundado por Jabotinsky, no hubiese aparecido; en otras palabras que no hubiera habido necesidad suya. ¿Pero qué opción había, cuando debía ser probado por testimonios y documentos, que casi todo lo que se ha escrito hasta el momento  -y mucho fue escrito en cientos y miles de libros y  artículos- sobre la resistencia de los judíos de Varsovia, es una falsificación deliberada por parte de aquellos que tratan de vanagloriarse mientras ignoran a otros…. sobre todo, ignorando con intención y terquedad a las otras fuerzas clandestinas, la ZZW -Irgún Zvai Yehudi- fundado por Betar y otras organizaciones del movimiento de Jabotinsky”.

También en 1963, quien fuera colaboradora de Ringelblum y sobrevivió al Holocausto, Rahel Auerbach, publicó en hebreo La Revuelta del Gueto de Varsovia. Allí escribió: “Un capítulo separado, que desafortunadamente todavía no ha sido investigado para nada, es la existencia de una organización de combate paralela, la que en algunas fuentes es denominada ZZW (Irgún Zvai Yehudi)… A diferencia de la ZOB, la ZZW tenía entre sus miembros a expertos militares, ex oficiales del ejército polaco. La ZZW también tenía armas. Incluso tenía una metralleta, y eso evidentemente explica la efectividad de sus acciones de combate durante los primeros días de la revuelta”. En 1965, el titular de los archivos de Yad Vashem, Yosef Kermish, escribió en el prefacio de un libro que era un compilado de documentos sobre el levantamiento, titulado en hebreo El Rebelde y la revuelta en el gueto de Varsovia: “En cuanto al levantamiento en sí mismo, las fuentes judías y polacas son lamentablemente insuficientemente adecuadas. No cubren todos los aspectos del levantamiento. Varios puntos, que si fuesen aclarados agregarían mucho a la investigación de la revuelta, han sido tratados sólo de manera general”. Prosiguió Kermish: “También la batalla de cuatro días de duración en la Plaza Muranowski (una batalla pesada tuvo lugar allí  al cuarto día de la revuelta, el 22 de abril, cuando los alemanes capturaron las banderas judía y polaca) fue descripto en las fuentes judías de manera muy poco importante…”.

En 1986, Pawel Besztimt, miembro de la ZZW, escribió un raconto de la resistencia revisionista en la revista Dapim. Otros dos luchadores sobrevivientes de la ZZW que participaron en la batalla de la Plaza Muranowski escribieron libros al respecto. Los sobrevivientes de Jack Eisner y Enjaulado: El manuscrito Landau de David Landau (publicado póstumamente por su familia en 1999). Finalmente, en 2009 apareció en hebreo Banderas sobre el gueto de Varsovia: La historia no contada del levantamiento del gueto de Varsovia de Moshe Arens, ex Ministro de Defensa de Israel por el Likud, posiblemente el esfuerzo académico más significativo en corregir esta distorsión histórica (ha sido la fuente excluyente para la elaboración de este trabajo). Fue traducido al inglés y al polaco en 2011. El eminente historiador Saul Friedländer en su libro Los años del exterminio (en inglés) cita sintéticamente a la ZZW del libro de Arens.

Llamativamente, en la información online que ofrecen los Museos del Holocausto en Israel y en Estados Unidos se reconoce la militancia de los revisionistas en la revuelta, pero se afirma que la ZOB y la ZZW alcanzaron la unión y lucharon conjuntamente. La excepcional obra de documentación Crónica del Holocausto (traducida el español en 2001) tiene más de 765 páginas, una sección bibliográfica de 10 páginas y más de 2000 fotografías. Sólo su índice se extiende por 45 páginas, y allí no son referenciados ni una sola vez la ZZW, Frenkel o Rodal. Por el contrario, la ZOB es citada en 28 páginas, mientras que  Anielewicz, Zuckerman y Lubetkin son mencionados en 15 páginas en conjunto.   

Conclusión
Los combatientes socialistas, comunistas y bundistas de la sublevación del gueto de Varsovia liderados por Mordejai Anielewicz en la ZOB fueron héroes. Contra todo pronóstico y enfrentados al ejército más poderoso de Europa en aquél entonces, dieron una lección excepcional de coraje cívico y moral. Su gesta es con justicia recordada cada año en ceremonias alusivas. Merecen un rincón de gloria en la memoria del pueblo judío y de la historia universal. Además de ser héroes, empero, fueron seres humanos aquejados por las debilidades personales de nuestra raza. Experimentaron sentimientos bajos y se dejaron sobrepasar por un sentido de la competencia ideológica que, aunque habitual, no deja de ser deplorable. Su decisión de expulsar de la historia del levantamiento a su contraparte de la ZZW por el sólo hecho de que eran revisionistas ensombrece lo que de otra manera sería una épica intachable.

“¿Cómo puede ser que estudié historia, me convertí en maestra de historia, enseñé muchas veces, a miles de alumnos, y me enfoqué en el área de investigación de la Segunda Guerra Mundial -se preguntó ante los documentalistas Simon Schechter y Yuval Haimovich Zuser, la doctora israelí Tamar Ketko- y ni una sola vez, ni una sola vez, me topé con la historia de Pawel Frenkel?”. El autor de este ensayo debe sumar su propia confesión de incredulidad, también. Aún sin ser un experto en asuntos del Holocausto, como lector ávido de la historia judía, jamás había dado con este acontecimiento asombroso sino hasta hace poco tiempo atrás.

Poco antes de que estallara la revuelta, Pawel Frenkel  dio un discurso ante sus seguidores: “Por supuesto que lucharemos con armas en nuestras manos, y la mayoría de nosotros caeremos. Pero viviremos en las vidas y en los corazones de generaciones futuras y en las páginas de su historia… Moriremos antes de tiempo, pero no estamos condenados. ¡Permaneceremos vivos mientras la historia judía viva!”.  Esas palabras resultaron proféticas… por puro azar. Era esperable que Frenkel dijera ello. Es una convicción típica de quienes se paran estoicamente ante el abismo. Él jamás podía haber imaginado que un esfuerzo sería montado -por sus propios hermanos- para suprimir su existencia y la de sus colegas. Gracias al aporte de sobrevivientes imparciales e historiadores objetivos, la historia de Frenkel, Rodal y los luchadores de la Zydowski Zwiazek Wojskowy es hoy conocida. Ellos también merecen un aplauso ético por su compromiso con la integridad.

Fuentes consultadas
Arens, Moshe. Banderas sobre el gueto de Varsovia: La historia no contada del levantamiento del gueto de Varsovia (Jerusalem: Gefen Publishing House, 2011)
Hazony, Yoram. El estado judío: La lucha por el alma de Israel (Nueva York: Basic Books, 2000)
Johnson, Paul. La historia de los judíos (Buenos Aires: Javier Vergara Editores, 1991)
Weber, Louis. Crónica del Holocausto: Las palabras e imágenes que hicieron historia (Madrid: LIBSA, 2002)
Schechter Simon & Yuval Haimovich Zuser, El levantamiento del gueto de Varsovia: la historia no contada (documental)
Sitio official Yad Vashem: www.yadvashem.org
Sitio official United States Holocaust Memorial Museum: www.ushmm.org

https://www.clublibertaddigital.com/ilustracion-liberal/78-79/mila-18-vs-muranowska-7-una-grieta-en-el-gueto-de-varsovia-julian-schvindlerman.html


 

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